En 1990, de pura casualidad, me topé con la inauguración de Elektra Cómic en la calle Zaragoza de Sevilla, probablemente la mejor tienda de cómics que tuvo jamás la ciudad. Parece exagerado, pero ese hecho aparentemente anodino cambió bastantes cosas en mi vida.
Hasta ese momento, en mis tiernos 11 años, mi gusto por los cómics se nutría principalmente de aquello que encontraba en los kioscos de mi barrio o en las ferias del libro de saldo veraniegas en Sanlúcar de Barrameda.

Cuando entré en Elektra había dos cosas que me volaron la cabeza por completo: la primera era que no podía creer que existieran tiendas cuyo único objeto de negocio fuera el cómic. Era absolutamente increíble. Ni siquiera hoy existen ya ese tipo de negocios en la ciudad. Hoy hay lugares con cómics y mil coartadas más para no tener que leer uno.
En segundo lugar, fue chocante comprobar cómo una afición que yo asociaba al mundo infantil/juvenil podía interesar a tantos adultos. La realidad es que no encontré un solo niño en la inauguración. Eso me habría intimidado si no fuera porque una de las dependientas se me acercó, me ofreció una Fanta y me dijo “espero que te guste la tienda”. Esa familiaridad me acompañó en los siguientes 7 años de visitas continuas a Elektra.
Elektra Cómic estaba maravillosamente bien surtida. Tenía una primera estantería para todo lo que traía Marvel -a través del sello de Planeta Cómics Forum-, una segunda estantería para DC –Ediciones Zinco-, dos estanterías que contenían todo el material europeo, nacional e independiente americano y una última estantería para cómics de importación, principalmente americanos. Y luego las inmensas cajoneras con todo el material atrasado que podías imaginar. Fue la primera vez que vi un cómic en una funda de plástico.
La tienda, que chocaba frontalmente con la idiosincrasia de la ciudad, aguantó unos 7 años antes de verse obligados a cerrar. Después abrieron otras muchas, pero ya nada sería igual.
Elektra Cómic nos dejó huella a muchos, y es posible que la falta de vestigios lo hayan convertido en algo más. No diría obsesión, pero casi.
En los 90, a los medios de comunicación de mi ciudad no les interesaba lo más mínimo la inauguración de una tienda de cómics, así que no hay ni rastro en las hemerotecas. Tampoco solíamos llevar cámaras encima, así que es relativamente normal no encontrar fotografías después de rastrear la Red. Tras preguntar en algunos foros y en algunas redes sociales sin éxito, comencé a pensar que era una tarea imposible. Era como si Elektra nunca hubiese existido.
Con cuentagotas encontraba alguna huella, pero poca cosa para lo que aquel lugar generó a su alrededor, así que solo me quedaba una opción: contactar con Elektra Cómic Madrid y cruzar los dedos.

Me respondieron rápidamente. Le consultaron a Alberto, el gerente de la empresa, y me pasaron la imagen de una tarjeta publicitaria hecha expresamente para la inauguración, con una maravillosa ilustración del exterior de Elektra realizada por Miguelantxo Prado. Reconozco que fue un momento emocionante.
El siguiente paso era contactar con Miguelantxo Prado, aunque la posibilidad de que conservara la fotografía de la tienda en la que se inspiró para la ilustración era tan remota, 30 años después, que lo normal habría sido que me tomara por un lunático. Pero para nada -creo-, Miguelantxo me contestó con mucha amabilidad para decirme que conservaba el original de la ilustración, pero no la fotografía. Estaba en un callejón sin salida.
Cuando estaba pensando en la posibilidad de pedir cita en la hemeroteca municipal, les volví a preguntar a las buenas gentes de Elektra Cómic Madrid por la fecha exacta del cierre de la tienda, para no dar muchos palos de ciego. No lo sabían con certeza, pero me respondieron con algo mucho mejor: habían aparecido algunas fotografías de los eventos de la tienda. Oro puro. Aquí podéis ver algunas.




No me malinterpretéis, a pesar de la nostalgia de este texto no estáis ante un alegato nostálgico. Nada de eso. Reivindicar la huella que Elektra Cómic dejó en Sevilla es un acto de reparación cultural. Hay que poner en valor a la resistencia. Sevilla es una tierra baldía para la cultura alejada del “oficialismo” y son muchos ya los caídos.
Réquiem por Elektra Cómic. También por El Gabinete del Doctor Letamendi, El Coleccionismo, Rumbo Sur, Viceversa, La Araña… Y lo más importante, no olvidemos a los que todavía aguantan.

Alfonso Grueso

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2 Réplicas
José Juan Martínez Bueso
Me acuerdo perfectamente de esa tienda porque también era para mí una referencia cultural esencial en la Sevilla de los 90. Desde siempre soy aficionado a los tebeos, soy de Zafra al sur de Badajoz. En aquel entonces fui a estudiar en la Facultad de Letras y para mí fue un gran descubrimiento (yo no había visto jamás una tienda de tebeos ni podía imaginar que la hubiera …(a mis 18 años de entonces). Aquella tienda me permitió profundizar en un mundo fascinante y estimular mi creatividad. Entrar en esa tienda era para mí entrar en un santuario del arte.
Alfonso Grueso
Hola, José Juan.
Tu comentario resume perfectamente la muesca que llevamos todos los que tuvimos contacto con ella. El objeto del artículo, además de tener cierto carácter reivindicativo, tenía la intención de abrir de nuevo esa puerta emocional. Que no caiga en el olvido.
Un saludo.
José
Me ha encantado el artículo y las fotos…Que recuerdos!!!!!Me encantaría saber que fue de los empleados,les tengo gran recuerdo.