El pasado 9 de marzo publicamos en La Réplica el artículo «Ciudadanos, la gran mentira» en el que analizamos el ascenso del partido naranja y advertíamos sobre la capacidad camaleónica del neoliberalismo, subrayando el interés de los poderes fácticos por engendrar una alternativa maquillada de la derecha tradicional, hoy totalmente desacreditada por los múltiples casos de corrupción y por haber transformado el Estado español en una irritante y podrida cleptocracia.
Ciudadanos se vislumbraba así como un lavado de cara del conservadurismo, un plan renove auspiciado por las élites financieras, señores del Ibex35 y del establishment patrio que sintieron vergüenza ajena con el mandato del Partido Popular y sus tarjetas black, sus sobres en B, su Gürtel, su Púnica y en general con todas las tramas delictivas que han protagonizado. Querían un relevo moderno que les permitiera mantener sus privilegios y posiciones influyentes. Como se cocía en el imaginario popular, impulsar «un Podemos de derechas«. Y aunque algunos avisábamos de que los problemas de este país son estructurales, que requieren soluciones radicales y no una simple reparación cosmética, otros picaron en este anzuelo del mismo perro con distinto collar. Poco cambia con Ciudadanos aunque su inteligente slogan predique un «cambio sensato«. Ya no son conjeturas, es la propia realidad la que desmonta a Rivera y a los suyos, son los hechos, la pura y dura acción política.
No hay más que analizar los datos que nos dejaron las pasadas elecciones municipales. Hasta 17 capitales de provincia fueron a parar a las manos del Partido Popular gracias a la abstención o el voto de Ciudadanos. Poca broma. Tan solo por salud democrática, podían haber roto la dinámica en feudos históricos de la derecha como Murcia, Málaga o Ávila. No lo hicieron y pactaron con el Partido Popular.
No queda ahí la cosa, en dos de las principales Comunidades Autónomas de este país, Ciudadanos habilitó al poder establecido: en Andalucía apoyando el cortijo que tiene montado Susana Díaz (toda la democracia gobernando pese a los Eres y los cursos de formación) y en Madrid dándole alas al Partido Popular y a una de las emergentes figuras del neoliberalismo, Cristina Cifuentes (pese a que Madrid es una de las regiones más mafiosas que ha visto la democracia, basta con analizar la trama Púnica).
El caso de Juan Marín, líder de Ciudadanos en Andalucía, es bastante flagrante y ciertamente paradigmático. Parece que pasó por Alianza Popular en el año 1983. Más tarde desembarcó en el Partido Andalucista. Con anterioridad había fundado el partido local Ciudadanos Independientes de Sanlúcar, gobernando en coalición con el PSOE. Finalmente, recaló en Ciudadanos obteniendo el mando en el territorio andaluz. Como popularizó Groucho Marx, Marín parece decir: «Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros«. Principios arraigados al poder y al dinero porque lo que viene a ser su pueblo parece importale bien poco: Sanlúcar es la ciudad de España con mayor tasa de pobreza.
Pero no nos quedemos en la patética caricatura de Juan Marín, hablemos de política. Hagamos un repaso de algunas de sus posturas:
- Ciudadanos es partidario del TTIP, un acuerdo internacional entre élites financieras totalmente opaco y que no es más que un deliberado neoliberalismo económico a gran escala.
- Ciudadanos presenta a Garicano como un renovador, un economista revolucionario. La realidad es que sus objetivos económicos son primos hermanos de los de la FAES, el think tank que fundó José María Aznar y que vive en gran parte de las arcas públicas.
- Ciudadanos tiene postulados xenófobos. Si eres un inmigrante que llega a España de vacaciones y te sucede algo, podrás ir al hospital, sí, pero al privado. No lo digo yo, lo dice Albert Rivera en esta entrevista con Ana Pastor. O José Manuel Villegas. Y es que hay muchos votantes de Ciudadanos que proceden del españolismo más rancio, esos que piensan: «primero los de aquí«. A nosotros nos gusta esta otra perspectiva: «primero, las personas«.

Foto propiedad de Lumpen
- Ciudadanos apostó por presentarse a las municipales pese a tener poco músculo de partido. Sí, al contrario que Podemos, el partido naranja presentó candidatura en la mayoría de localidades de España. El resultado habrá servido para expandir su poder territorial, no nos cabe duda, pero a cambio se les ha colado una cantidad importante de impresentables y algunas personas que, aunque tengan mejores intenciones, sencillamente carecen de formación y/o conocimientos políticos. Un ejemplo claro de esto último, el mensaje vacuo en Jerez.
- Ciudadanos huye cuando escucha hablar de la memoria histórica. Sí, y es que el sentimiento español lo tienen muy arraigado, más concretamente el sentimiento próximo al franquismo. Ellos son muy españoles, pero ya sabemos de que bando.
- Ciudadanos fue retratado por The Guardian. Lo describieron como un partido «proeuropeísta» que «procede del centroderecha con muchas propuestas que vienen del PP«. A veces, la mejor forma de entender la política es a través de unos prismáticos con cierta perspectiva, es decir, a través de los medios extranjeros. Ashifa Kassam captó rápido la esencia de Ciudadanos.
- Ciudadanos no cree en el feminismo. En los debates hablan sin género, como si las personas fuéramos entes asexuados y la historia de la humanidad no hubiera discriminado a nadie. Esa postura equidistante y cobarde puede resumirse en una palabra: complicidad.
Pero aparquemos la ideología. En este sprint final hemos visto posicionarse a favor de Ciudadanos no solo a la derecha más casposa de este país, sino a los diarios de El País y El Mundo en sus diferentes editoriales. Es realmente sintomático que dos periódicos históricos en delicada situación económica rindan pleitesía al príncipe azul del Ibex 35. Además, Ciudadanos no solo cuenta con el beneplácito de los dos panfletos más influyentes de España, sino que tienen en nómina expertos en el socialmedia capaces de llevar a cabo cualquier artimaña con tal de llegar al Treding Topic. ¿Verdad que sí, #LaHoraMagica? Porque no solo Podemos cuenta con gente preparada en el campo 2.0. Conclusión: Ciudadanos maneja condiciones mediática muy favorables relacionadas con su ascenso en las encuestas.
No se deje engañar por la maquinaria mediática de Ciudadanos, que no le seduzca la imagen de yerno perfecto de Albert Rivera ni la indiscutible belleza de Inés Arrimada. La pose de Ciudadanos, aunque comulgue con los estándares capitalistas de belleza, no repercutirá en su vida, no cambiará la dinámica neoliberal que ha dejado a Europa hecha un despojo en las manos de Alemania. Ciudadanos es un partido cómplice de las élites que como hasta ahora, no va a propiciar un cambio.
Las elecciones generales del próximo diciembre no serán una más de la historia política en España. Supondrán, para bien o para mal, una nueva era donde participarán en el tablero político al menos cinco actores, dos de ellos nuevos y posiblemente determinantes. Tendremos entonces que elegir entre seguir con el bipartidismo clásico, corrupto y ciertamente aburrido del PPSOE, entre su cómplice moderno, estilizado y tramposo que se hace llamar Ciudadanos, el imperfecto motor del cambio que es Podemos o la arriesgada apuesta -hoy prácticamente inane- de Ahora en Común. Caer en la opción Ciudadanos es hasta comprensible (teniendo en cuenta la incesante y odiosa política del miedo orquestada por los medios generalistas de este país) pero acabaría dejando todo en manos de los mismos que han hundido España en la miseria económica, social e intelectual. Sería incluso un insulto a la inteligencia de los votantes españoles, al presentar esta alternativa de cartón-piedra como un cambio ideológico cuando es de un evidente continuismo sustentado por un neoliberalismo de libro. Muchos votantes de Ciudadanos fueron conscientes de la estafa a los pocos días de haberlos apoyado en las autonómicas. Hoy, este votante de perfil moderado tendrá ante sí la posibilidad de redimirse, de replantear su voto y descubrir paradigmas más innovadores o bien, acabar siendo parte de la bisagra planeada de ese vergonzante presidente que ha sido Rajoy. Entonces no valdrá poner cara de tontos asegurando que no presentían esta artimaña. Es la segunda vez que avisamos. La tercera, puede ser demasiado tarde.


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9 Réplicas
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Nemorian
«Ciudadanos no cree en el feminismo. En los debates hablan sin género, como si las personas fuéramos entes asexuados y la historia de la humanidad no hubiera discriminado a nadie».
No entiendo qué tiene que ver el género y el feminismo. Se lo digo como lingüista.
Para que se entretenga usted un rato y profundice sobre el asunto:
http://www.rae.es/sites/default/files/Sexismo_linguistico_y_visibilidad_de_la_mujer_0.pdf
De nada.
Nemorian
De hecho, acabo de leer esto: «Y aunque algunos avisábamos de que los problemas de este país son estructurales».
¿No debería decirse «algunos y algunas» si no se quiere caer en un deplorable machismo?
Pues ya ve que no, que el lenguaje es así. Y no, no es machismo.
Josep
En el artículo se olvida mencionar que la ‘operación Rivera’ operaba en dos direcciones, primero ser un freno a Podemos, y segundo desplazar a UPyD, porque ésos nunca fueron serviles y se enfrentaban no sólo a Podemos, sino también al PP y al PSOE.
Diego Luna
Hay que ser muy caradura para pasar una cronica independiente , cuando se es parte interesada y mas encima contrincante de Ciudadanos
JMC
El periodismo en España ha sido tradicionalmente partidista. Recordemos como ejemplo la fundación del decano ABC o de El País allá por mediados de los 70. Pero lo de este buen hombre, Alejandro López Menacho, ya parece un chiste. Opina (y digo opina no informa) contra un partido cuando milita o apoya directamente a otro que es antagónico… ¿Hay credibilidad en la búsqueda del desprestigio del contrario? Por lo menos en El Mundo Obrero había más peso intelectual.
Lo de los periodista tendenciosos de este país es de traca, de una u otra ideología, me da lo mismo que lo mismo me da La Razón que El Diario.es o que este buen hombre. Patético (y mal periodismo, todo en uno). Un insulto a la inteligencia
La Réplica
Argumento ad hominem de libro. Eso si que es un insulto a la inteligencia.
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