Un cazador posa con los cadáveres de 58 conejos que forman el logotipo de un nuevo partido político.
Un grupo de trabajadores de una cadena de supermercados, tras celebrar la comida de empresa, cantan el ‘Cara al Sol’ a voz en grito, algunos, haciendo el saludo a la romana. Nadie les dice nada en el restaurante, solo se lo están pasando bien.
Un niño casi en la pubertad que cruza un pequeño pueblo con el himno del partido de José Antonio Primo de Rivera en los labios. Apenas se sabe la letra, pero refleja con su conducta el estado de ánimo que hay en su casa.
Cuando surgió Podemos pude oír, en la cola de un bar, a un señor que decía que iba a votar «al partido ese para joder al PP y al PSOE». Un microsondeo que anticipaba con un envoltorio brutal el éxito inicial de la formación morada.
Cuando la realidad se manifiesta de manera tan descarnada y frívola al mismo tiempo, muestra que ha alcanzado el corazón de la cultura popular. Lo que llega es inevitable.
La nueva ‘nueva política’ viene teñida de negro. Un crespón oscuro por los consensos democráticos que ahora quieren romperse.
Esperemos que la política vocacional, con altas miras, pueda tejer un proyecto y una forma de llevarlo a cabo factibles y al mismo tiempo ambiciosos. Depende de ellos, pero también de nosotros, de los ciudadanos, de los espectadores de esta ficción realista.

Andrés Villena

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