Nada que se te escriba acallará a algunas hienas, como tampoco consolará a quienes lamentamos que llegara este día.
Nada que se te cuente soliviará ningún hastío que hoy nos nace en beneplácito de tantos otros.
Nada que se diga tendrá menester de contradecir a quienes aún no digirieron tu alegato absolutorio ni tu voz resonando en la ONU.
Nada que se te cante será mejor que lo que allá te susurre Gabo, te lea Sartre, te pinte Guayasamín, te baile Gades, te escriba Neruda, te recite Hemingway, te sonría Camilo junto a Almeida, te recuerde Mandela, te muestre Gagarin o te sopese Guevara.
Nada que se exponga dirá más que los honores que ayer y hoy, desde los países más pobres que no existen para los medios, se te concedieron y conceden.
Nada que se explique servirá para quienes mediante dogmas a mí y tantos necios de Silvio nos llaman dogmáticos, como quien alza la voz para tratar de conseguir con decibelios lo que no se alcanza con argumentos.
Nada que se proclame dirá más que lo que proclama el respeto que hoy tantos sin voz te profesan porque voz tú les diste. Algunas veces con palabras sobre atriles, otras con hechos a través de maestros que erradicaban el analfabetismo, doctores que socorrían a víctimas de epidemias, posguerras “preventivas” o seísmos anticuados para las noticias. Los africanos contagiados por ébola, los denigrados por el apartheid en Sudáfrica, los abandonados a su suerte en Chernobyl, Haití, Palestina o Nueva Orleans. Ellos saben de qué hablamos.
Nada que se exprese será solo a papel, porque hoy en tu partida, que es siembra, llegas, quieran o no, a todos.
Recitaba el trovador Lázaro García que “cuando se muere en manos de la Patria agradecida, la muerte acaba, la ilusión se rompe y empieza al fin con el morir la vida”. Y es así: cuando la Patria supera fronteras, cuando no se atañe a unas lindes, esa ruptura es sincera y cierta porque de la certeza diana este legado mientras se continúe con el vehemente y firme ideal de que otro mundo es posible.
Muchos años después, firme en las mismas convicciones, te vuelvo a enviar un rabo de nube, esta vez para siempre.
Muchas razones a defender, porque no es muerte sino siembra.
Patria y vida, venceremos.
Hasta la Victoria Siempre, Fidel.
Alejandro García Maldonado
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Una Réplica
Prometeo Acomplejado
Creí que encontraría algo más sobre su muerte que se alejara de maniqueísmos aburridos, pero sólo apareció:
http://www.cronica.com.mx/notas/2016/998644.html