La liga de Tenerife que perdió Feijoo

1. Alberto Núñez Feijoo se creyó presidente del Gobierno de España antes de tiempo. Los masajes en sus medios afines y clientelares, la sobreestimación de las encuestadoras (Gad3 y Sigma Dos salen escardadas de estas elecciones) y los resultados cosechados por el Partido Popular hace apenas dos meses le hicieron sentirse presidente. Sus asesores le aconsejaron abrazar el trumpismo y presentarse en los medios con un buen saco de mentiras sobre el Gobierno de Sánchez. Hasta que Silvia Intxaurrondo hizo lo que no quisieron los presentadores de AtresMedia; le paró los pies en una entrevista en prime time por la mañana en la televisión pública. Desde entonces todo le fue de mal en peor: se le cazaron otras fakes news, se le cambió el gesto de la cara, le temblaba la voz con asiduidad y afloró el nerviosismo en la derecha y sus socios de la ultraderecha. Feijoo acabó inventando una lesión y desapareciendo de un debate a cuatro con los candidatos por puro miedo. Para colmo, reflotaba en la prensa internacional su relación con los narcotraficantes gallegos. En el año 1992 el Real Madrid llegaba al final del campeonato de Liga con medio título en el bolsillo y enormemente confiado. Su soberbia le jugó una mala pasada y terminó jugándose el título en un último partido contra un rival hambriento que le hizo la vida imposible. A poco del final, un malentendido de película entre Rocha y Buyo dejó al Real Madrid sin título. Como Feijoó, que ya se veía presidente y ahora tendrá que rezar para que Junts no permita a Sánchez prorrogar su mandato.

2. Nunca antes los medios de comunicación y las encuestas fueron concebidos como armas políticas del poder antes que servicios a la ciudadanía. Nunca antes intentaron confundir a la opinión pública anteponiendo sus deseos a la propia realidad. Desde la dupla Ana Pastor y Vicente Vallés hasta la demoscopia por encargo de la derecha, o el lobbie más poderoso de la comunicación española, Ana Rosa Quintana, Griso y Ferreras, actuaron como activistas del Partido Popular en la campaña. Ni con esas arrasó Feijoo y la blanqueada ultraderecha, pero aún salvados por la campana, el monopolio televisivo de la derecha en prime time es extremadamente preocupante. 

3. De un modo absolutamente inesperado y peliculero, José Luis Rodríguez Zapatero, el único expresidente que ha hecho campaña por un futuro presidente, salió al rescate de un Pedro Sánchez timorato, que empezó la campaña de manera poco afortunada en el programa de Carlos Alsina. Pero un speech de Zapatero en el programa de Carlos Herrera, en el sacaba pecho por el fin de ETA bajo un gobierno del PSOE, defendía que Bildu participe con normalidad en la democracia y, para estupor de los contertulios de la Cope, apoyaba abiertamente a Irene Montero y la ley del «solo sí es sí», le otorgó al PSOE la iniciativa en el debate público. Vientos de cambio soplaban. La campaña estaba virando mientras ZP seguía a lo suyo, amable con las fuerzas de izquierdas cercanas al PSOE y con más determinación que nunca en el debate público. Hasta una portada paródica se ganó el expresidente, que mostró un talante diametralmente opuesto al de Felipe González, que nunca pidió el voto para Pedro Sánchez.

4. Pedro Sánchez fue muy pronto en busca de audiencias masivas y heterogéneas; consiguió movilizar a la izquierda acercándose a los centennials y millennials, luego flirteó con la escena indie, habló con Pablo Motos el televisión o Quequé en la radio, y, en definitiva, hizo un tour mediático, apresurado y amable que humanizó su figura, una figura más acostumbrada a recibir halagos europeos y estar alejada de la calle. Bajar a tierra le ha beneficiado y sumado simpatías, lo justo para disponer de una reválida.  

5. El PP, con sus acusasiones, ha ido acumulando no pocos enemigos en las instituciones públicas. Correos, Renfe o RTVE fueron señaladas por la derecha, todas supuestas armas del Sanchismo; ese enemigo etéreo, abstracto y endemoniado que no se sabe bien qué es pero que pretende perpetuarse. La conspiranoia de la derecha, otro modus operandi heredado del trumpismo, no ha resultado especialmente efectiva.

6. Sumar no suma más que el Podemos de Pablo Iglesias mal que les pese a su grupo gestor, pero suma mucho y, de alguna manera, frena la caída de la izquierda. Da la sensación de que a Sumar se le ha quedado corta la campaña. Yolanda Díaz tiene cien veces más afinidad con el PSOE que Iglesias, proyecta moderación, feminiza el liderazgo de la izquierda y ha ido de menos a más en sus apariciones públicas. El suelo de una izquierda, aún enfadada y fraticida, es mucho suelo y eso ha moderado la inercia negativa. Parece poco, pero es mucho.

7. La ultraderecha hizo del «Que te vote Txapote» y la animalización del adversario, Perro Sanxe, slogans de barra de bar para encefalogramas planos, pero con escaso calado en la ciudadanía más allá de los cuatro freaks trumpistas y exaltados. Su caricatura, cada vez más grotesca, obscena y simplista, le ha penalizado. La ultraderecha ha perdido muchísimo apoyo popular; ha perdido 19 escaños.

8. Pedro Sánchez sigue aportando capítulos a su particular manual de supervivencia. Su historia deja a las series de Netflix como vulgares épicas políticas. Sánchez sigue sumando victorias rocambolescas; porque en esta ocasión la supervivencia ya es una victoria propiamente dicha. Vienen episodios complejos y difíciles, en los que Sánchez tendrá que hacer malabares de forma excepcional, pero a ver quién se atreve ahora a apostar en su contra.

9. Con todo, la izquierda puede no gobernar y, sí lo hace, elevará su carácter Frankenstein a la máxima potencia. Queda mucha negociación por delante y Sánchez deberá licenciarse en sudoku. Ni el mejor guionista de Hollywood hubiera dejado la partida en manos de Junts, el partido cuya misión más alejada está de la mayoría social de este país. Todo puede pasar ahora, pero lo que está claro es que al bloque reaccionario no le da la aritmética y Abascal, que se veía vicepresidente o ministro de interior en pocas semanas, se le puede haber esfumado su gran oportunidad. “No pasarán”, decía la izquierda, y han puesto un bloque por delante, magullado y con grietas, pero con tanta gente y tan diversa sosteniéndolo, que al final ha sido verdad. No pasaron.

10. Y con todo, es una victoria a la defensiva de las clases populares. Seguir ganando derechos y libertades va a ser una carrera de fondo. La masa social con dignidad de este país le ha dado una bola extra a un posible gobierno progresista. Tendrá este ahora que gestionar sus cartas para estar a la altura de una ciudadanía donde la desigualdad y la incertidumbre siguen estando presentes cada día, la derecha y extrema derecha gobierna buena parte de los ayuntamientos y comunidades, y donde el neoliberalismo asfixia y hace la vida imposible a las clases populares. Ayer temíamos por nuestras gentes. Hoy respiramos. Mañana, quién sabe. 

La obra culmen de Sequeiros, analizada en ¡Qué grande es el cómic!

Cuarto programa de ¡Qué Grande Es El Cómic!.

En este nuevo capítulo debatimos sobre el cómic ROMEO MUERTO, de Santiago Sequeiros.

Hemos estado un mes viviendo de alquiler en La Mala Pena, conviviendo con seres con el alma destrozada y entregados a sus vicios, en un espiral de perdición. Ha sido una experiencia fantástica, que hemos analizado en una horita de podcast. De todos nuestros programas, uno de los más estimulantes y reconfortantes.


Participan en la tertulia Alejandro López (@Zimmerman1982), Alfonso Grueso (@Ab_Vital) y Javier López Menacho (@LopezMenacho).

Podéis escribirnos a qgeecomic2023@gmail.com. para cualquier comentario o crítica.


CRÉDITOS

Dirección y edición: Alejandro López Menacho.
Participan y asesoran: Alfonso Grueso y Javier López Menacho.
Voz cabecera: Vity García.
Voz datos técnicos: María Martín.
Música intro: Kai Engel – Something
Música datos técnicos: Doctor Turtle – Lullaby For Democracy
Música final: Revés (Nulø. Elige tu propia mentira, Blue Asteroid Records, 2018)
Todas las piezas musicales, salvo la canción de Nulø, que ha sido cedida, tienen licencia Creative Commons.

Nace el podcast ¡Qué grande es el cómic!

Dijimos que volveríamos al periodismo cultural y así lo hemos hecho. Os damos la bienvenida a ¡Qué grande es el cómic!, un programa de reciente creación en el que analizaremos obras del noveno arte que, creemos, merecen ser rescatadas.

El título de este podcast es un claro homenaje que no necesita explicación. 

En este programa vamos a conversar sobre tebeos desde el análisis y con sentimiento, buscando un enfoque nuevo, diferente al canon establecido, un prisma que relacione estas obras con lo que está pasando ahí fuera, en la calle; buscando el trasfondo y debatiendo sobre la forma.

Os invitamos a participar en este podcast comentando la tertulia en nuestras redes sociales haciéndonos llegar vuestras opiniones, pero, ante todo queremos que disfrutéis del cómic y de todo lo que puede dar de sí.

Nuestra idea inicial es que el podcast tenga periodicidad mensual y que siempre haya una pequeña dosis de ¡Qué grande es el cómic! que llevarse a los oídos. Nos gustaría vuestra compañía en esta reivindicación del cómic.

¿Quiénes nos hemos embarcado en esta propuesta cultural?

Alejandro López Menacho, periodista working class, fundador de La Réplica y autor del libro 101 películas españolas para entender el presente en Héroes de Papel.

Alfonso Grueso, articulista en Big Sur Series, consultor editorial en Phantaleon, sello de cómic de la editorial Hojas de Hierba y bajista en Nulo Band.

Javier López Menacho, escritor y autor de varios libros como Yo, Precario, Yo, Charnego, La Farsa de las Startups entre otros.

¿Dónde estaremos disponibles?

Vais a poder escucharnos en nuestro canal de Ivoox y contactar con nosotros a través del correo electrónico QGEEComic2023@gmail.com.

La muerte en diferido de Carlos Pacheco y el maldito clickbait

La bochornosa cobertura periodística del fallecimiento de una de las mayores figuras de la historia del cómic español desvela el amateurismo de la industria y hace saltar las alarmas sobre la mala praxis periodística en medios generalistas que presumen de rigurosos.

La noticia saltaba este miércoles a primera hora de la mañana; Carlos Pacheco, el que quizás sea considerado el dibujante español más trascendente y prestigioso de la industria del cómic superheróico, había fallecido a los 60 años por complicaciones derivadas de una enfermedad diagnosticada meses atrás, la ELA, o como se le conoce sin abreviaturas, la esclerosis lateral amiotrófica. 

La exclusiva la ofrecía nada más y nada menos que la Asociación Sectorial del Cómic, de la que formó parte el autor gaditano, en su página web a las 8:38 de la mañana. Para ajenos al mundo del cómic, dicha entidad representa a un colectivo importante de profesionales y autores de la industria, cuyos portavoces copan los principales eventos, coloquios y jurados relacionados con el noveno arte en España. En su página web se autodefinen como un “colectivo integrado por personas y entidades procedentes de las diversas áreas profesionales que componen el sector del cómic en España, cuyo principal objetivo es intermediar con las administraciones y colaborar con otros colectivos en pos de promover acciones que contribuyan a la mejora del sector”.

No fue el único foco mediático que publicaba la noticia, a las 9:16 de la mañana lo hacía el periódico El País, en un artículo firmado por la periodista Amalia Bulnes. 

La noticia difundida por estas dos fuentes, en teoría fiables, más el pesar mostrado casi al instante por muchos de los compañeros de oficio de Pacheco, hicieron correr como la pólvora la defunción del dibujante gaditano, que fue publicándose en la mayoría de medios locales y nacionales a lo largo de la mañana. 

Pero a la vez que la noticia se difundía de un modo exponencial, se daba una circunstancia sorprendente y diametralmente opuesta: Carlos Pacheco seguía respirando, sedado, en el Hospital de La Línea de la Concepción, en Cádiz. No había esperanzas de recuperación, pero aún estaba vivo. Así lo publicaban en sus redes sociales amigos íntimos de la profesión como el guionista Rafa Marín, el dibujante Jesús Merino o el manager y representante David Macho. Marín escribió un mensaje inequívocamente explícito: “Sepultureros, dejad que la familia comunique la noticia. Porque sólo entonces será verdad. Y aún no es verdad”.

Poco después, fue el propio alcalde de San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix, presidente de la Diputación de Cádiz y amigo personal de Pacheco, el que desmentía su fallecimiento, aunque reconocía que el dibujante sanroqueño se encontraba sedado “en una situación que su hijo ayer me describió como que su padre está en boxes, evaluando sus órganos y con tarea por delante”, escribía en su perfil de Facebook.   

Carlos Pacheco y Carlos Giménez, en una imagen del perfil de twitter del autor gaditano

La ansiedad por dar la noticia, ya fuera producto de un error humano, motivada por acaparar la exclusiva, acaso ganar unos cuantos miles de clicks o convertirse en el foco de atención en las redes sociales, nos habría mostrado la cara más perversa del sector. Ni siquiera el respeto al crepúsculo de la vida del dibujante español de superhéroes más importante de la historia había frenado el clickbait o la noticia falsa. Una práctica desinformativa que hoy día supone un modus operandi peligrosamente aceptado por buena parte de los lectores y la práctica totalidad de las redacciones en los medios de comunicación.

Pareciera que lo importante en esta carrera por la exclusiva es ser el primero en contar lo que ha ocurrido, incluso cuando todavía los hechos no han ocurrido.

Pero el bochorno seguía su curso; ni el diario El País ni la asociación Sectorial del Cómic emitieron comunicados claros de disculpas o rectificación (al menos no consta actualmente en sus perfiles y webs oficiales) por haber adelantado una muerte que, desafortunadamente, se produjo a última hora de la tarde. Si a esto le añadimos homenajes mediáticos algo precipitados y con el féretro en caliente, el retrato queda ciertamente desolador.

No es la primera vez ni será la última que se entierra a un personaje público antes de tiempo; ahí están los casos de Michael Robinson o Hugo Chávez (El País, again) por citar algunos ejemplos; y en la misma industria del cómic se vivió algo parecido con el malogrado George Pérez. Pero sí es la primera vez que ocurre en la frágil y precaria industria española del cómic, incapaz de asumir con rigor y profesionalidad sus desafíos comunicativos, cautiva de la endogamia y del narcisismo creciente en prescriptores, divulgadores y autores.

No obstante, el estado de la industria española del cómic y su grotesco reflejo no es la peor de las moralejas; lo realmente grave es la normalización de la mala praxis en el periodismo generalista, la reducción a la mínima expresión de la ética periodística. Es de lamentar la frustración que genera esta inmunidad periodística, lo poco o nada que se penaliza airear una noticia falsa antes de tiempo o no haber contrastado las informaciones faltando el respeto a la audiencia y al oficio.

Porque la mala praxis periodística genera hastío y desconfianza, y siempre deja un reguero de damnificados, en este caso, la familia y los allegados al dibujante, cuya jornada del miércoles fue durísima.

Porque si este es el trato que se dispensa a una leyenda de las viñetas, a un artista pionero que abrió camino en la industria del cómic superheróico americano como ha sido Carlos Pacheco, ¿que no serán capaces de hacer con las personas y artistas más humildes?

* Sectorial del Cómic fue contactada por este periodista para conocer su versión de los hechos, sin éxito.

* La foto de Carlos Pacheco es de Luisete Plastikete y Vero Bautista para Ficomic

Pero… ¿de verdad ha habido una debacle de la izquierda en Andalucía en 2022?

¿Ha habido una debacle en la izquierda en Andalucía en 2022, como plantea el artículo de mi buen amigo Alejandro López, en La Réplica?

Pues, con todo el aprecio que le tengo, y lo mucho que me ha gustado su artículo, discrepo de él y diré que no, que la verdadera debacle se produjo mucho antes.

Prepárense porque el artículo es muy largo, pero consuélense ya que podría haberlo sido mucho más. 

Un poco de historia reciente

(Para consultar un histórico de resultados completo y rápido ver este artículo en Newtral)

2012. El mayor batacazo del PSOE

En las elecciones andaluzas de 2012, el PSOE, que venía de empalmar dos mayorías absolutas en Andalucía, con niveles de participación que rondaban el 75%, perdió de una tacada 600.000 votos. Sin embargo la Izquierda Unida de entonces no fue capaz de atraer a ese electorado y apenas ganó 100.000. ¿Qué había pasado? Que el primer y mayor proceso de desgaste del PSOE andaluz se tradujo en una abstención que creció un 10%, en un contexto de crisis económica, afloramiento de casos de corrupción, agotamiento de 27 años de gobierno en Andalucía y movilización social impulsada por el 15M. El mayor incremento de la abstención en la historia de Andalucía, que siguió creciendo en términos absolutos desde entonces en sucesivas convocatorias electorales, salvando alguna mínima disminución coyuntural. 

La legislatura de 2012 comenzó con el primer gobierno de coalición PSOE-IU, tras la pérdida del PSOE de su mayoría absoluta. Una de las legislaturas más convulsas de Andalucía, junto con la anterior (2008-2012). Periodos, ambos, en los que se produjeron las dimisiones de dos presidentes socialistas andaluces (Chaves y Griñán), jalonados, como mencionaba antes, por la corrupción. 

2015. El auge de la nueva política, que no se tradujo en nada práctico

En 2015, tras la ruptura del gobierno de coalición, Susana Díaz convoca elecciones anticipadas, en un ambiente de auge de Podemos, tras su prueba de fuego en las elecciones europeas y aún sin haberse estrenado en unas elecciones generales ni autonómicas.

Podemos (15) e IU (5) se presentaron por separado en Andalucía, obtuvieron 20 diputados y 530.000 votos más que IU tres años antes (más del doble sumando los apoyos de ambas). El PSOE, perdiendo 150.000 votos más, repitió con 47 diputados. La participación apenas había recuperado un escuálido 1,5%. Si no había crecido significativamente la participación y el PSOE aguantaba a pesar de la gran fuga de votos a su izquierda ¿Qué había pasado? Que esta vez fue el PP el que dio un batacazo y perdió 500.000 votos (pasando de 50 a 37 diputados). Una parte por la división del centro derecha y la aparición de Ciudadanos (que a la postre permitió un nuevo gobierno del PSOE en Andalucía), y otra por la fuga de una parte de sus votos al PSOE, en forma de voto útil ante el auge de Podemos. En relación a esto último es necesario recordar que Podemos generaba mucho entusiasmo en sus votantes, pero mucho miedo y rechazo en votantes más tradicionales. ¿Podríamos decir que Andalucía se había vuelto más de izquierdas porque el bloque PSOE-Izquierdas sumaba un 57%, como hoy en 2022 se habría vuelto más de derechas al sumar ese bloque el 60%?. Las cosas son más complejas. Sigamos.

En la legislatura 2015-2018 nos encontramos con un PSOE en minoría, que pacta con Ciudadanos, y 20 diputados/as a su izquierda que no consiguieron frenar las políticas continuistas del PSOE y que tampoco quisieron o pudieron, tras la mala experiencia anterior de IU, participar de un nuevo gobierno de coalición con el PSOE, ni siquiera amarrar un pacto de legislatura.

Apenas unos meses después, un Podemos fortísimo lograba 69 diputados en España, por 2 de Unidad Popular (IU), 71 en total. Se mantuvieron en 71 diputados, esta vez juntos como Unidas Podemos, seis meses después en la repetición electoral, a pesar de la pérdida de un millón de votos. Pero esa es otra historia.

2018. La victoria inesperada, aunque previsible, de la derecha  

El PSOE que prefirió en 2015 mirar a su derecha y pactar con Ciudadanos provocó un nuevo desgaste, esta vez letal, de su electorado en las elecciones de 2018. Parte del electorado de Podemos e IU acusó la decepción de que ese auge de la izquierda en 2015 no hubiera tenido ninguna traducción práctica. La cosecha se preveía mala. Podemos e IU se presentaron juntos (Adelante Andalucía) para conjurar que la, más que previsible, bajada de votos no se tradujera en pérdida de diputados. Las encuestas auguraban que, aún así, PSOE y Adelante Andalucía (Podemos-IU) sumarían mayoría absoluta. ¿Qué ocurrió? Que la participación volvió a bajar en casi un 6%, que Podemos-IU perdieron 300.000 votos (que no se percibieron tanto por el espejismo de conservar 17 de los 20 diputados), y que el PSOE perdió otros 400.000, quedándose con 33 diputados, con la suma de ambos lejos de la mayoría absoluta. Por la derecha, PP y Ciudadanos no sumaron siquiera el mejor registro del PP en Andalucía (50 diputados en 2012) pero la ultraderecha (VOX) entraba con fuerza por primera vez en un parlamento y Moreno Bonilla pasó, de estar en la cuerda floja, a convertirse en presidente.

2008-2018. La verdadera debacle de la izquierda

Estos son los datos:

  • Entre 2018 y 2022, la participación apenas ha variado. Entre 2008 y 2018 la participación bajó en 14%.
  • Entre 2018 y 2022, el PSOE perdió 125.000. Entre 2008 y 2018, el PSOE perdió casi 10 veces más, 1.200.000 votos (más de la mitad de su mejor récord).
  • Entre 2018 y 2022, el bloque a la izquierda del PSOE, que iba dividido, perdió solo 130.000 votos, aunque el batacazo parece mayor (esta vez por el espejismo, al revés, de sumar solo 7 diputados). Entre 2008 y 2018 vivió una auténtica montaña rusa. Entre 2008 y 2015, triplicó sus votos y ganó 600.000. Entre 2015 y 2018 perdió 300.000.

Lógicamente todo esto tiene muchas puntadas. ¿Qué sectores sociales, edades o territorios abandonaron primero o viraron su voto? ¿Para cuándo una geografía e historia políticas de Andalucía en los últimos 50 años? Seguimos.

2022. La reconfiguración, estabilización y ampliación del bloque de la derecha 

Y si se quiere la puntilla del bloque de la izquierda. ¿La puntilla? Lo veremos en el futuro.

Los datos en titulares:

  • La participación crece un 2%. La alta abstención de 2018 se mantiene.
  • El PP obtiene una cómoda mayoría absoluta: conserva la mayoría de sus votantes, la mayoría de los votantes de Ciudadanos, algunos procedentes de VOX, una parte incluso de votantes del PSOE y rentabiliza el ligero incremento neto de participación (mayor participación en sus feudos y mayor abstención en los de la izquierda).
  • Ciudadanos desaparece, VOX crece ligeramente pero se estanca y baja mucho respecto de las elecciones generales. La derecha y la ultraderecha juntas han pasado de 50% al 60 % del electorado.
  • El PSOE pierde el 15% de sus votos y el 10% de sus diputados
  • Por Andalucía (PA) y Adelante Andalucía (AA) pierden, sumados, el 25% de sus votos respecto a 2018 y el 60% de sus diputados. Si hubieran ido juntas, de haberse mantenido sus votos, las estimaciones les darían 6 diputados más (4 para PA y 2 para AA)
  • El legado de Adelante Andalucía se reparte un 60% para PA y un 40% para AA. Aunque de manera muy desigual por provincias en el caso de AA (sobre todo Cádiz y Sevilla) y mucho más homogéneo en el caso de PA.

El PP ha captado casi 300.000 votos “útiles del PSOE” y el PSOE ha captado 150.000 votos “útiles” a su izquierda. Probablemente ese es el principal movimiento electoral en el ámbito de la izquierda. 

El principal drama es su traducción institucional. El Grupo Parlamentario de Por Andalucía se configura con una diputada de IU, una diputada de Más País y tres diputados/as “independientes” de Podemos. Las dos diputadas de Adelante Andalucía no podrán ni constituir grupo parlamentario.

El artículo de Alejandro López no tiene desperdicio y describe bastante bien lo que ha ocurrido en esta última legislatura. Es más, su análisis certero de estos tres y pico últimos años, a modo de guión, es lo que me ha animado a escribir y poner en orden todo lo que venía pensando sobre estas elecciones.    

Repaso los 10 puntos de Alejandro con algunas aportaciones, que para que se me entienda requiere parafrasear o resumir sus argumentos, aunque el orden o agrupación de los mismos se presentan aquí bajo distintos epígrafes. Al final de mi artículo aporto algunas ideas para el futuro.

Una cuestión de principio. La democracia liberal y la alternancia en el poder

En un sistema de democracia liberal, como en el que vivimos (de bipartidismo imperfecto en los últimos 10 años) en el que un partido como el PSOE ha gobernado casi 40 años en un territorio (Andalucía) no parece descabellado que el partido que le da la alternancia termine sustituyéndolo y que permanezca un mínimo de dos o tres legislaturas en el poder. Es lo que ha pasado en muchas autonomías, ayuntamientos o en el propio gobierno de España desde 1978, con algunas, muy pocas, excepciones. Lo raro es que no haya pasado antes (El PP de Arenas estuvo a punto de conseguirlo en 2012, cuando obtuvo 50 diputados). 

La abstención vino para quedarse

La abstención no ha sido especialmente atroz, quiero decir, en esta ocasión, en comparación con otras convocatorias. De hecho, la participación neta ha crecido en torno a un 2%. En todo caso, la participación bajó mucho en la última década y no se ha recuperado. Lo que sí ha ocurrido es que la participación parece haber seguido disminuyendo en los barrios más populares y de izquierda, mientras se ha incrementado en las zonas que votaban a la derecha. ¿Por qué? Pues porque sencillamente estamos, como comentaba anteriormente, en un momento de alternancia, donde sigue habiendo “deseos de cambio”, donde las políticas de desmantelamiento de servicios públicos se perciben como «naturales» porque el PSOE también las aplicó. Lo que prima es el efecto “bálsamo” de tranquilidad y centrismo de Moreno Bonilla, que promete, y todavía tiene credibilidad, que las cosas mejorarán poco a poco (siempre queda echar la culpa al Gobierno de Sánchez), y para eso se requiere tranquilidad y no ruido, por eso VOX se estanca.

La vida orgánica a la izquierda del PSOE, un desastre

Todo en lo social tiene un antecedente, en política también y la parte de la política que son los «partidos políticos» no iba a ser menos. En la lógica tradicional de partidos las disputas internas entre corrientes se dirimían mediante rendición, aceptación de statu quo, escisión, abandono o expulsión, y la solución adoptada trascendía poco al electorado, que permanecía bastante ajeno a estas disputas. Sin embargo, en la era de las redes sociales y la política espectáculo, la larvada situación de enfrentamiento entre Anticapitalistas y la corriente Pablista en Podemos, y la relación de IU con el partido morado (todas ellas relaciones de conveniencia y “utilitaristas”) se enquistaron sin solución y a la vista de todos.  

Podemos, el de Pablo Iglesias, se rindió a dejar el campo libre a Anticapitalistas en Andalucía, porque tenían un enemigo común, Errejón. Adelante Andalucía, la original, se construyó sobre la necesidad de IU de reponerse a su fracasado intento de gobierno de coalición con el PSOE y bajo su “aceptación” de que la marca Podemos y la «nueva política» mandaba electoralmente. Podemos tenía que amortiguar su previsible descenso. Maíllo y Tere, bajo la apariencia, o realidad (quién sabe), de una química personal, en la que uno deja paso a la otra como imagen electoral, fuerzan una aparente química entre organizaciones que nada tienen en común, ni en tradición de relaciones con el PSOE en los municipios, ni en implantación en el territorio, ni en capacidad de resistencia (no me extenderé en esto). 

Pero tras la llegada de la derecha a Andalucía en 2018, y el acuerdo del gobierno de coalición en España en 2019, la cuestión no se sostenía. En vez de realizar un “divorcio” civilizado y «no pelearse por la custodia de los niños”, Pablo y Tere se limitaron a grabar un video de despedida y a dejar todo en manos del “territorio andaluz”, donde IU y un Podemos «pablista» empequeñecido eran quienes se comían el marrón del día a día. Lo que inicialmente fue un proyecto construido sobre el tándem Maíllo-Tere no se  resolvió también por la vía del mutuo acuerdo. Tendrían que haber certificado el divorcio en Andalucía, haber enterrado la marca “Adelante Andalucía”, haber disuelto la coalición y haber resuelto la situación del Grupo Parlamentario Andaluz por la vía de la negociación.

¿Qué ocurrió? Lo que ya todos sabemos y Alejandro López describe bien en su artículo. La expulsión de los “anticapitalistas” del Grupo Parlamentario y todo lo que se derivó de ello. Un conflicto que, cuando se ve desde fuera, a toda persona sensata le sale repartir culpas por igual, porque independientemente de “quién” empezó con la primera hostilidad, ninguno supo parar. Reacción circular sistémica, de “primer curso” de cualquier disciplina de ciencias sociales o psicología.

Después de meses de escarceos y navajazos mutuos “todos sabían que iba a suceder pero nadie ha encontrado soluciones por el camino; y nadie lo ha hecho porque han antepuesto su inquina a los intereses de una mayoría andaluza.” (Alejandro López). ¿Pensaban en serio que el “fairplay” forzado y a regañadientes de la campaña electoral iba a llegar al electorado, que solo percibía ruido, tensiones muy graves y frustración en los últimos tres años?

El PSOE en shock “tranquilo”

Sobre la situación del PSOE comparto el análisis de Alejandro. Ningún peso pesado del PSOE y María Jesús Montero menos (tampoco lo hizo Garzón en Unidas Podemos) se iba a poner al frente de unas elecciones que se perdían sí o sí, como argumenté al principio. Tocaba seguir gobernando al partido político que estaba en la alternativa (el PP) y acababa de empezar, después de 37 años de PSOE. Sin embargo no creo que Espadas fuera una apuesta a propósito o un plan para competir con un modelo al estilo “Moreno Bonilla”, era simplemente lo que tenían en plantilla que estuviera dispuesto a salir al terreno de juego. El PSOE ha tenido una legislatura de encefalograma  plano en lo político, de tensión soterrada en lo orgánico, y está aún en un “shock tranquilo”

¿Y las clases populares, la mayoría social, el electorado progresista?

¿No hay motivos en las clases populares para que se sientan agraviadas y argumentos en la izquierda política para criticar al Gobierno de la Junta? De sobra. Pero hay poca ilusión, poca confianza en las propias fuerzas políticas que deberían representarlas, falta un relato solvente que confrontar con la derecha, tenemos unos movimientos sociales cansados, desarticulados, y unas urgencias en el día a día que nos sobrepasan.

Moreno Bonilla (Juanma), el yerno perfecto. Juan Marín, el escudero fiel que se inmoló por su caballero

Sobre Moreno Bonilla, poco que decir, comparto el análisis de Alejandro. Ha explotado a la perfección desde el punto de vista comunicativo su perfil centrado y moderado, situándose por encima de las siglas del PP para no arriesgar. Incluso cuando algunos le criticaron el bajo perfil en el primer debate continuó en su tónica, dejó la defensa del Gobierno a Juan Marín, que terminó dando más credibilidad a la acción de Gobierno que si la hubiera defendido el propio Juanma. Cuando recibía críticas sobre su gestión se limitaba a reconocer que seguía habiendo problemas en Andalucía, que el camino del cambio se había emprendido y que él sería capaz de continuarlo. Por eso ha fidelizado todo su voto, ha rentabilizado el incremento de participación (mayor en sus feudos), ha captado la mayoría del voto de Ciudadanos, ha tomado votos prestados al PSOE que temían a VOX en el Gobierno y hasta al propio VOX ha robado votos. 

Sin embargo discrepo de que los andaluces y andaluzas a la hora de votar hayan perdonado las tropelías y la corrupción del PP, o que hayan olvidado, por el caso de Jerez, el incidente de Saldaña conduciendo borracho, a los que alude Alejandro. Eran unas elecciones andaluzas y lo que se valoraba era lo que estaba ocurriendo en Andalucía. El PP no tiene escándalos significativos en Andalucía y ha podido seguir influyendo más el recuerdo de la corrupción del PSOE, sobre todo ante su anodina legislatura en la oposición, su falta de proyecto de futuro y su también anodino candidato. Saldaña ni es candidato ya a la alcaldía de Jerez y además le han escondido durante toda la campaña.

VOX. Poco que decir

Inició su auge en unas elecciones andaluzas en 2018 y puede, ya veremos, haber iniciado su frenazo, también en Andalucía, en 2022. A veces me pregunto si no tratamos al electorado como a idiotas. ¿No habrán hecho los electores y electoras andaluzas lo que los partidos de la derecha no han querido hacer? Poner un cordón sanitario a VOX por la vía de los hechos.

La campaña electoral

Las campañas electorales han sido un reflejo de las condiciones en que se había situado cada fuerza política a lo largo de la legislatura. El PP trabajó sobre la imagen de “Juanma”, venía de controlar el adelanto electoral durante casi un año, no arriesgó nada y dejó a la izquierda que le hiciera el trabajo del miedo a VOX y de ridiculizar a Olona (no es que hiciera mucha falta). Si bien durante la campaña esta estrategia se agitó menos, en los meses precedentes fue la canción que más se repitió. Ciudadanos siguió vendiendo gestión, ante el panorama de encadenamiento de derrotas en otros comicios era lo único que tenía. El PSOE centró su campaña en la defensa de los servicios públicos, con la escasa credibilidad de haber realizado el mayor recorte de los mismos en la historia reciente de Andalucía y con la amenaza de pérdida de derechos.

Por Andalucía trató de hacer una campaña más propositiva, basada en la imagen de buena parlamentaria de Inma Nieto, pero ya era tarde, el ruido seguía resonando a lo lejos. Tiró del pundonor de la militancia, básicamente de IU, y apenas tuvo tiempo de dar a conocer a su candidata y su nueva marca. Aunque contó con el empujón final de Yolanda Díaz, se lo pusieron muy difícil y todo el mundo percibía que no era su proyecto (ahora Yolanda Díaz carga con cierto peso del fracaso, aunque no creo que sea determinante en su andadura). Para finalizar, Teresa Rodríguez, llevaba tres elecciones siendo cabeza de cartel, utilizó la marca Adelante Andalucía (anteriormente asociada a Podemos-IU), su altísimo grado de conocimiento al haber sido su candidata anterior (su cara en la papeleta) y un grupo pequeño pero muy afín de activistas (básicamente en Cádiz y Sevilla). A esto yo añadiría que manejó  bien ser víctima de persecución y utilizó bien los debates, hecho que valoraron muchos medios. A pesar de todo ha obtenido unos resultados muy pobres. Y aunque eran de esperar, parece que le han sabido a miel, comparándolos con los de Por Andalucía, que se quedó muy por debajo de sus expectativas. 

Sobre la construcción de la uni… ¿qué? de la izquierda

Sobre cómo se gestó “Por Andalucía” no puedo más que compartir que se hizo tarde y mal, una obviedad. Esa ha sido la clave de que los resultados hayan sido peores. Los resultados nada tienen que ver ni con las cualidades de la candidata, Inma Nieto, ni con las eventuales y supuestas mejores dotes de Juan Antonio Delgado para ello. Ninguno tenía el carisma necesario, en eso discrepo con Alejandro, ni el contexto hubiera permitido rentabilizarlo lo suficiente. Ahí está el caso de Teresa Rodríguez, súper carismática y con apenas dos diputadas. Usando la cita de Vallín, quizá Juan Antonio Delgado tuviera más “liderazgo carismático” pero quizá IU no hubiera organizado para él las “paellas solidarias” que su organicidad permite. Liderazgo carismático, unidad de acción y capilaridad orgánica en el territorio tenían que ir de la mano para que los resultados no hubieran sido tan malos, aunque no hubieran evitado que la derecha gobernara de nuevo en Andalucía.

Todo,  como vengo diciendo, tiene sus antecedentes. Pienso que el kafkiano final de la presentación de la candidatura de Por Andalucía responde a las condiciones en que se gestó, no es una cuestión de torpeza o mera improvisación. Los contactos entre las distintas fuerzas políticas a la izquierda del PSOE en Andalucía se empezaron a producir a instancias de mediadores (con nombres, apellidos y trayectorias concretas) y siempre en un clima de incertidumbre sobre el adelanto electoral que manejó a la perfección Moreno Bonilla durante el final de 2021 y los primeros meses de 2022. Teresa Rodríguez, tras asistir a una reunión conjunta con todas las fuerzas de izquierda a principios de año, llamémosle por cortesía, se desmarcó del proceso de diálogo. 

La primera e improvisada foto de familia tuvo lugar a finales de marzo. Un primer encuentro del que se desmarcó rápidamente AndalucíaXSí y que ya produjo roces desde la misma noche por parte de Más País, que reclamaba un/a candidato/a de consenso que nunca llegó, por mucho que se propuso en las semanas siguientes a distintas personalidades andaluzas y que rechazaron una tras otra. Pero esa foto marcó todo lo que ocurrió después. ¿Quién se iba a atrever a salirse de algo que significaba voluntad de unidad, por muy precaria y por pura necesidad que fuera esa unidad? No había tiempo de nada, ni de socializar la idea, ni de trabajarla en cada organización, ni de crear espacios de trabajo conjunto. Si a todo eso le sumamos las tensiones en el espacio de Unidas Podemos a nivel estatal y que las negociaciones se realizaban a múltiples bandas, en Andalucía y en Madrid, con el equipo de Yolanda Díaz apagando fuegos continuamente, no podía salir bien.

En Andalucía en esta materia queda todo por hacer y si las condiciones eran malas, después de los resultados, la cuesta es aún más empinada aunque más necesaria de subir.

¿Tiene todo lo anterior que ver con otras cosas más allá de lo que ocurre en Andalucía ? Claro que sí

Podemos, las confluencias municipalistas y el Gobierno progresista por extensión han sido machacados por medios de comunicación, mayoritariamente conservadores, desde casi su nacimiento, y ni la pérdida de gobiernos municipales, ni la salida de Pablo Iglesias, ni las medidas más exitosas del Gobierno de España, principalmente impulsadas por el ala izquierda con Yolanda Díaz a la cabeza, ha evitado los continuos ataques. A ello hay que añadir la estrategia de lawfare con la complicidad de la judicatura conservadora y ultra, las operaciones en la guerra del Estado Profundo contra la democracia liberal tan bien descritas por Vallín, los ataques al feminismo,  las campañas de odio, el auge de la ultraderecha en el mundo, las fake news, etc. Todo influye. Sumemos la desmovilización de “la calle”, la relativa debilidad de los sindicatos, la frustración derivada de las dificultades para tomar medidas más potentes desde el Gobierno, por torpeza, por la correlación de fuerzas, los lobbies de las grandes corporaciones que presionan en España y en Europa, la pandemia o la crisis ambiental que descorazona.Todo suma.

¿Sirven los resultados de las elecciones andaluzas para anticipar resultados en las elecciones municipales o generales?

Pues depende. Los análisis y extrapolación de datos a las elecciones municipales, supongo que a muchas les dará morbo. Pero está más que comprobado que las elecciones municipales tienen una lógica completamente distinta a la autonómicas y generales, tanto desde el punto de vista político como desde el propiamente jurídico electoral. No me extenderé ahora en eso, por obvio. En muchos ayuntamientos andaluces donde en 2018 ganaron las elecciones autonómicas la suma de PP, Cs y VOX, ganó las elecciones municipales un año después el bloque del PSOE más las formaciones políticas a su izquierda. Eso no quita para que el crecimiento de la derecha en general no deba preocupar, es un elemento a tener en cuenta, pero ni es el único, ni es definitivo. Hay partido para las izquierdas en las elecciones municipales en muchos ayuntamientos de Andalucía.

Durante el periodo analizado, salvo en 2011 en que ganó el PP, el bloque del PSOE más las formaciones a su izquierda siempre han ganado al bloque de la derecha en las elecciones generales en Andalucía, a pesar de la victoria de las derechas en las elecciones andaluzas en 2018.

Lo que sí hay en Andalucía es una tendencia muy clara desde 2011, los resultados del «bloque a la izquierda del PSOE» siempre son algo mejores en las elecciones andaluzas que en las elecciones generales. Pero estos resultados no han dejado de bajar desde 2015 hasta ahora, a casi la mitad. Si los resultados simplemente se repitieran en una próximas elecciones generales (sin necesidad de bajar todavía más), tanto en su cuantía como en su distribución entre las dos fuerzas a la izquierda del PSOE (Adelante Andalucía y Por Andalucía), es muy posible que no hubiera NINGÚN/A diputado/a de estas fuerzas políticas en el Congreso en Madrid. Tendríamos una muy alta probabilidad de que NO hubiera NINGÚN/A diputado/a andaluz/a, ni de los que dicen representar a una fuerza política de «estricta obediencia andaluza», ni de los que dicen que podrían contribuir desde Andalucía a sostener a un «gobierno de coalición progresista» positivo para nuestra tierra. NINGUNO/A. 

Y con este panorama ¿qué hacemos?

A veces nos hacemos las preguntas equivocadas: ¿por qué la gente no se mueve, por qué parece renunciar a sus derechos y no pelea para defenderlos?, ¿por qué votan a la derecha o a la ultraderecha que está acabando con los servicios públicos?, ¿por qué la gente no participa en política, por qué muchos dejan de votar?, ¿por qué se traga lo que les echen?

Parece que el problema está en los que no se mueven, como si no tuviera nada que ver con «nosotros/as». Pensamos simplemente que si esos que no se mueven se movilizaran otro gallo cantaría.

Pensamos y actuamos como si no fuéramos conscientes de que nosotros/as tenemos que ver con ello. Al fin y al cabo somos nosotros/as los que estamos en las organizaciones. Nuestras acciones y nuestras omisiones, nuestros mensajes y nuestras actitudes influyen.

Pensamos y actuamos como si no existiera la historia, como si lo que nos está pasando no hubiera pasado antes de alguna manera, en otros territorios, lugares del mundo, en otras épocas, como si nada se hubiera escrito y reflexionado con anterioridad.

Pensamos y actuamos como si no tuviéramos a nadie en frente, como si creyéramos que los adversarios políticos  están quietos esperando que nosotros reunamos más fuerzas.

Hablamos de la falta de coordinación, sintonía, convergencia, confluencia, organización y efectividad de nuestras organizaciones, colectivos, movimientos, mareas, sindicatos, plataformas, partidos, etc. como si nosotros/as no estuviéramos en ellas, como si el problema siempre estuviera en «los otros».

Algunas ideas

Guardar bajo llave o, mejor aún, tirar a la basura el disfraz de Capitán A Posteriori, el ridículo superhéroe de South Park, que siempre llega al lugar de la tragedia y relata todo lo que se tendría que haber hecho para evitarla, pero que no ofrece ninguna solución para ponerle fin, aquí y ahora. Algunas personas llevan todo el día el disfraz puesto y otras nos lo ponemos de vez en cuando, que nadie se libra, ¿eh?

Superar la polarización de los discursos. Cuando escucho analizar la realidad política, tanto la respuesta electoral como la respuesta ciudadana a nuestras propuestas políticas, acciones o simplemente a la hora de valorar nuestras crisis orgánicas, los problemas de nuestras organizaciones, etc. utilizamos con frecuencia ideas en apariencia contradictorias. Propongo que cuando dos ideas se nos presentan como contrapuestas y enfrentadas, añadamos a continuación la frase “una cosa no quita la otra”; la frase que Mar Gallego propone para aprender a superar la polarización de los discursos que se han convertido en un enorme obstáculo para poder llevarnos a lugares donde la vida esté en el centro”

Huir de quienes tienen recetas infalibles y tienen respuesta para todo, se engañan a sí mismos y engañan a los demás, así que humildad, trabajo duro, inteligencia y construcción colectivas. 

Tirar a la basura el compendio de cosas que son muy fáciles de decir y muy difíciles de hacer si solo se enuncian. Toda propuesta, como una casa, tiene que tener unos planos, una planificación de los recursos necesarios, acciones para conseguir esos recursos, gente capacitada para construirla, etc.

La autocrítica no se pide, se practica. Lo de «vamos a hacer autocrítica» e inmediatamente hablar de todo lo que ha hecho mal el de enfrente no tiene nombre. 

Si hicimos cosas y no se obtuvieron resultados, ¿por qué repetimos lo mismo? Un grupo de personas, un partido, una coalición de partidos, una confluencia, puede estrellarse a pesar de poner todo su esfuerzo y su voluntad. Es necesario cambiar, tener equipo humano, capacidades, recursos, planes, visión para aprovechar las oportunidades que se le presentan, priorizar, racionalizar esfuerzos… No basta con querer.

La capilaridad ayuda. Necesitamos tener más gente contenta y haciendo cosas útiles (cada una lo que pueda) en nuestras organizaciones, llegar a más gente y gente diferente, en muchos territorios diferentes, tejer alianzas y complicidades con personas y grupos, lograr prescriptores sociales y comunicativos.     

Los espacios y las prácticas de cuidados son imprescindibles en nuestros espacios políticos. Tienen que pasar de ser meros eslóganes en nuestros documentos o discursos a materializarse y poder tocarse con los dedos.

Buscar el consenso e integrar la diferencia ayuda a hacer crecer nuestros espacios políticos. Nos empeñarnos en marcar las diferencias, echar a pelear documentos, equipos, listas, ganar votaciones y machacar a las minorías, centrifugar a miles de personas que son necesarias. 

Si vamos a propiciar la unidad, la confluencia y el trabajo con organizaciones llamadas a entenderse, seamos honestas. Aportemos lo mejor que tengamos y guardemos en un cajón lo que no vaya a servir. Aceptemos que otras hacen algunas cosas mejor que nosotras y digamos con cariño aquello que las demás deben guardar en el cajón, procurando que nuestras palabras sean dulces y suaves, por si algún día tenemos que tragárnoslas. Rescatar aquello de la federación de competencias: cooperación desde la diferencia.

Aceptemos el valor de la emoción y de la ilusión. Hace apenas una semana en la Escuela Municipalista de Zaragoza en Común, un activista muy sensato y agradable, siempre que terminaban los talleres o mesas redondas, no preguntaba cosas técnicas o  teóricas. Siempre hacía la misma pregunta con mucho cariño a los ponentes: Si tuvierais que explicar un relato ilusionante a la gente ¿Cuál sería? Era la pregunta que más trabajo costaba a todas responder.

¿Os habéis dado cuenta que no he puesto “renunciar a los egos”? No me gusta esa expresión, por imposible de conseguir. Con los egos hay que convivir. Acabar con los egos en los espacios políticos no es una cuestión que se pueda dejar o reclamar de manera individual y, además, hay personas para todos los gustos. Lo colectivo y el liderazgo compartido emergen si nuestro método y nuestra organización los promueven.

NOTA AL PIE: Las fotografías son propiedad de sus respectivos diarios y agencias. Su uso es meramente ilustrativo. La Réplica es un magazine sociopolítico sin ánimo de lucro.

¿Por qué ha habido una debacle de la izquierda en Andalucía? 10 claves para entenderlo todo

  1. Cuando en octubre del 2020 se produjo la desagradable y esperpéntica ruptura entre Podemos-IU con los Anticapitalistas de Teresa Rodríguez, traducida en una expulsión del grupo parlamentario de dicha facción, cualquiera que conociera la lógica en términos políticos pudo deducir que aquello garantizaba un mal resultado en las elecciones que estaban al caer. Lo que ha sucedido en Andalucía con las izquierdas no sorprende a nadie; y aunque haya habido una (aparente) tregua ante la opinión pública, ambas formaciones (en sus fundamentos y en lo personal) se odiaban, se odian y se seguirán odiando. El resultado de espolear tanto odio ha sido una estrepitosa y contundente derrota electoral. Todos sabían que iba a suceder pero nadie ha encontrado soluciones por el camino; y nadie lo ha hecho porque han antepuesto su inquina a los intereses de una mayoría andaluza.
  1. Cuando Maria Jesús Montero renunció a liderar una “misión Illa” en Andalucía, el PSOE firmó su renuncia a la batalla electoral. Al igual que en la Comunidad de Madrid, su candidato no ha tenido la más mínima opción de ganar. Juan Espadas era un remedo sureño de Ángel Gabilondo; un candidato aburrido, gris y tirando a conservador. Un profesional de la política que podría haber militado en Ciudadanos e incluso el Partido Popular sin que el electorado se percatara del cambio. Era una candidatura sin un ápice de frescura, herencia suave de Susana Díaz. Espadas reclamó una y otra vez el voto útil sin ofrecer propuestas de izquierdas de calado. Días antes de las votaciones se filtró a los medios una encuesta interna del partido socialista que no daba esperanza alguna al candidato. Imposible mandar un mensaje más nítido a tu electorado; vote usted otra opción.  
  1. En menos de un mes no se prepara una candidatura sólida de izquierdas. Por Andalucía empezó tarde y mal (con Podemos quedándose fuera de los formalismos burocráticos) y lo apostó todo a Inma Nieto, que tenía —y tiene— un gran cartel en San Telmo pero que en el resto de Andalucía era más bien una desconocida. Bastante gente de izquierdas no tenía ni idea de quién era, y aunque se le presumía destreza en la oratoria parlamentaria, en la campaña tampoco fue, digamos, un torrente de carisma. Con sorna, el periodista del Congreso Nacional, Pedro Vallín twitteaba el lunes, “Un liderazgo carismático, todo lo demás no sirve. La organicidad sirve para hacer paellas solidarias y ya”; a lo que podemos añadir, y menos mal que organizaron esas paellas, porque el resultado podría haber sido catastrófico. Sin menospreciar a Nieto, con una trayectoria sólida a sus espaldas, la realidad es tozuda; es probable que, pese a quien le pese y le duela a quien le duela, la opción de Pablo Iglesias, el conocido guardia civil andaluz Juan Antonio Delgado, hubiera reunido más votos. 
  1. Moreno Bonilla se transformó en “Juanma”, el yerno perfecto. Un caballero a la antigua usanza que parecía no haber roto nunca un plato, que jamás subió el tono y que resultaba hasta simpático. Este alter-ego siempre aparecía sonriendo y apenas dejaba hueco en sus carteles para las siglas del Partido Popular, escudriñadas en una esquina, avergonzadas de su pasado. La operación de marketing de los conservadores, tan obvia como efectista, fue un rotundo éxito. 
  1. La doble vara de medir de los andaluces merece una mención. Los andaluces y andaluzas parecen haber perdonado al Partido Popular y olvidado todas sus tropelías o la corrupción sistémica que ha demostrado en los últimos años. Rajoy fue imputado hace bien poco; Fernandez Díaz está en el disparadero por montar una policía judicial paralela al Estado, en Madrid la gestión sanitaria ha sido escandalosa. Nada de eso le ha pasado factura al PP. Tampoco la deriva privatizadora de la Educación y la Sanidad en Andalucía, con el despido de 8.000 sanitarios o el aumento de las aulas concertadas como banderas de Moreno Bonilla. A veces pareciera que al Partido Popular se le perdonase cualquier cosa; como muestra un botón, Antonio Saldaña, alcaldable del PP por Jerez, que condujo borracho en plena pandemia estrellándose contra varios coches, no sólo no dimitió de su cargo, sino que Moreno Bonilla lo premió con un relevante puesto en las listas electorales. Por contra, se le castiga a la izquierda cualquier desliz, incluso las habituales contradicciones ideológicas. El electorado progresista penaliza más duro a sus representantes. 
  1. La abstención ha sido atroz (un 41,23%). Y como Kiko Llaneras apuntaba en twitter, en los barrios de izquierdas la participación se ha desplomado, y ha pasado del 62% al 47% entre 2015 y 2022. En cambio, en los barrios más de derechas la participación ha subido. La llegada anticipada del verano a Andalucía, el hartazgo de un ambiente político crispado y polarizado desde hace años, la depresión del electorado progresista y la ausencia de líderes carismáticos (léase el punto 2 y 3) han mermado las opciones del bloque de izquierdas. Razones para votar había y habrá de sobra, pero para levantar a la gente del sofá hay que agitar el avispero; generar esa “tensión” que demandaba Zapatero.  
  1. Las campañas de la izquierda han sido más reactivas que propositivas, y eso vuelve a penalizar a la izquierda (a la derecha este asunto no le afecta absolutamente nada). Se ha tenido mucho miedo a Vox y a Olona. Demasiado. Sólo Teresa Rodríguez le plantó cara por derecho propio (y lo hizo especialmente bien) y cuando juegas, sólo, a que no crezca la bestia te crece un tercero que no esperabas. Bonilla ha capturado todo el voto útil que no quería a la ultraderecha en el parlamento. Y cabe señalar lo evidente; no eran pocos votos. 
  1. La comunión Podemos-IU-Más País y compañía era necesaria (no podía haber más escisiones), sí, pero fue impostada. Con una falsa sonrisa, en plena Feria de Sevilla y con Yolanda Díaz como arma decisoria definitiva, se consiguió conformar una candidatura a duras penas y a contrarreloj. Por Andalucía olía a cocina desde fuera y, siendo analíticos, no partía precisamente de un proceso de democratización sincero, abierto, claro y/o con “afán de desborde”. Las formas fueron urgentes y cutres, y cutres han sido los resultados. Por no tener, Por Andalucía no tenía ni sus redes sociales actualizadas en tiempo y forma. Por el otro lado de la izquierda, Teresa Rodríguez, que a posteriori (solo a posteriori) ha tendido la mano a “otras fuerzas de izquierdas”, había conformado una candidatura con un grupúsculo de fieles (y algunos andalucistas de antaño), la inercia y el bagaje de haber sido oposición durante años y el andalucismo como slogan. Mirando de reojo el modelo catalán de la CUP, y salvando su notable campaña electoral, antes sólo se le adivinaba resentimiento, salidas de tono y un tufo a folclore identitario-pop, a veces involuntariamente paródico, lejano a las necesidades materiales de nuestras gentes.
  1. A Podemos se le sigue castigando en los medios de comunicación, en la calle y en las tertulias con la misma ferocidad que en sus primeros e inmaculados años; como si, tras despertarnos, el tándem de Pablo Iglesias, Errejón, Echenique, Rodríguez y Monedero siguiera ahí. Es obvio que la campaña de odio ideada por los grandes holdings contra la formación morada ha calado profundamente en la sociedad. La derecha y el PSOE no le darán un respiro hasta que esté bien muerta, como actualmente lo está la marca Ciudadanos. El desgaste a día de hoy es enorme, el viento sopla fuerte y en contra, la implantación territorial es manifiestamente endeble y, por consiguiente, se antoja muy complicado que Podemos reflote. Instintivamente surge la pregunta, ¿refundación o disolución? 

  2. La peor noticia es que lo que en la izquierda llamamos “la calle” (una masa sin etiquetar y líquida capaz de agitar y revolver las mentes para según qué asuntos) está prácticamente desmovilizada. La llegada al Gobierno de Podemos colmó las aspiraciones de parte de este ente social, y las manifestaciones de hoy son puntuales e insuficientes para mantener viva la llama de la izquierda. Los partidos de izquierdas andaluces (aunque es extrapolable) perdieron tanto tiempo en su propio cainismo, en alimentar su vanidad y su endogamia, que abandonaron el pulso popular, a la gente cercana; y en política, cuando un espacio queda libre lo ocupa otro. En este caso, lo ha ocupado mayormente la movilización del descontento de brocha gorda aparejado a la extrema derecha.


    Hoy nos miramos resignados y abatidos, desconfiamos de unos compañeros y compañeras con los que antes, en un tiempo pasado, compartimos pancartas, anhelos y luchas sociales, sabiendo que, tanto ellos como nosotros, y por mucho que nos duela reconocerlo, todavía no hemos tocado fondo.