La muerte en diferido de Carlos Pacheco y el maldito clickbait

La bochornosa cobertura periodística del fallecimiento de una de las mayores figuras de la historia del cómic español desvela el amateurismo de la industria y hace saltar las alarmas sobre la mala praxis periodística en medios generalistas que presumen de rigurosos.

La noticia saltaba este miércoles a primera hora de la mañana; Carlos Pacheco, el que quizás sea considerado el dibujante español más trascendente y prestigioso de la industria del cómic superheróico, había fallecido a los 60 años por complicaciones derivadas de una enfermedad diagnosticada meses atrás, la ELA, o como se le conoce sin abreviaturas, la esclerosis lateral amiotrófica. 

La exclusiva la ofrecía nada más y nada menos que la Asociación Sectorial del Cómic, de la que formó parte el autor gaditano, en su página web a las 8:38 de la mañana. Para ajenos al mundo del cómic, dicha entidad representa a un colectivo importante de profesionales y autores de la industria, cuyos portavoces copan los principales eventos, coloquios y jurados relacionados con el noveno arte en España. En su página web se autodefinen como un “colectivo integrado por personas y entidades procedentes de las diversas áreas profesionales que componen el sector del cómic en España, cuyo principal objetivo es intermediar con las administraciones y colaborar con otros colectivos en pos de promover acciones que contribuyan a la mejora del sector”.

No fue el único foco mediático que publicaba la noticia, a las 9:16 de la mañana lo hacía el periódico El País, en un artículo firmado por la periodista Amalia Bulnes. 

La noticia difundida por estas dos fuentes, en teoría fiables, más el pesar mostrado casi al instante por muchos de los compañeros de oficio de Pacheco, hicieron correr como la pólvora la defunción del dibujante gaditano, que fue publicándose en la mayoría de medios locales y nacionales a lo largo de la mañana. 

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La Réplica; el regreso del periodismo incómodo

Estamos de vuelta con un espacio diferente en el que escribiremos nuestras reflexiones periodísticas sin anclajes de ningún tipo, con total libertad. A modo de blog atemporal iremos colgando piezas que nos apetezca compartir y que sabemos que nadie se atreverá a publicar.

Hace algo más de año y medio, la revista sociopolítica que fue La Réplica cerró una primera etapa de periodismo contrapoder y disidente que concluyó con más de 3.000.000 de visitas, unos 1.500 artículos, y el paso por sus páginas de alrededor de 135 colaboradores y colaboradoras. Fue una etapa bonita.

Como decíamos en el editorial de despedida, y al igual que le sucedió a otros proyectos periodísticos coetáneos, “la vida nos pasó por encima”. 

Pero también es cierto que siempre entendimos La Réplica como un proyecto mutante, que podía transformarse en mil maneras de hacer activismo. No nos encadenamos a un formato, sino que nos gustaba imaginarlo buscando su propio espacio. Ya surgiría el tilín del corazón. Así, la vida ha dado algunas vueltas y hoy sentimos la necesidad de revivir el proyecto; sí, lo haremos. Será de una forma mucho más humilde, conciliadora, complementaria con nuestros trabajos y proyectos y sin el lastre de fijarnos entregas o una autoexigencia desmedida.

Vamos a reconvertir La Réplica en un espacio en el que escribir nuestras reflexiones periodísticas sin anclajes de ningún tipo, con total libertad. A modo de blog atemporal iremos colgando piezas que nos apetezca subir y las que sabemos que nadie se atreverá a publicar. Tenemos la intención, también, de recuperar de forma paralela el podcast de La Réplica en formato de conversaciones con trasfondo y calma. Todo eso pondremos en marcha; pero lo haremos con tranquilidad, independencia y amor al oficio. 

Hoy más que nunca, y con más razón después del panorama que se nos ha quedado en Andalucía, se necesitan voces del sur, críticas y constructivas. Es este mundo un lugar plagado de injusticias, donde el hiperindividualismo y la competitividad reinan a su antojo; es necesario pensar en colectivo y buscar cómo hacer de nuestra realidad un espacio más acogedor, sostenible y justo. 

Sigue mereciendo la pena replicar.

Le hemos dado un lavado de cara al proyecto, haciéndolo más minimalista y sobrio. Nos apetecía volver para seguir replicando, pero esta vez adoptando un formato clásico con perspectivas de futuro y que fuese conciliable con nuestro modo de vida. El nervio de la tecla sigue ahí latente, hoy más rebelde que nunca.

Os invitamos a acompañarnos en esta nueva aventura. 

Hemos vuelto. Seguimos replicando.