Te faltó y te falta un hervor, pero en España esa insignificancia no te hubiera llevado al trullo sino más bien a una cartera ministerial. Lo que de verdad te falta es un dosier, Cachuli, picha, un pen de destrucción masiva como el de Bárcenas, el de Rato, el de Ma Dalton-Pujol y el de otros tantos capos ilustres que han hundido España y ahora veranean en paraísos fiscales de celestes aguas y rubias pomposas mientras tú pergeñas versos de amor y despecho en las recalentadas paredes del chabolo… “Ya no quiero verte más. Para qué llorar, para qué sufrir…”, que cantaría la Panto.
Te faltó hijoputez y te sobró candidez. También testosterona ibérica de bellota, de esa que “nubla el sentío al mirarte tan bonita y con tanto señorío”. Que te pones verriondo con na’, que hasta la niñera de Paquirrín te acusó de acoso. Ahora, mirándote en caridad, los jueces te condenan a un mínimo de veinte años, y los otros, los listos, no dan abasto contando billetes -el patrimonio de los Franco comparado con el de los Pujol, los Aznar, los González, los Rato, los Bárcenas, es una triste limosna dominical. Solo a Belice mandaron los del Molt Honorable 900 millones de euros, 150.000 millones de pelas-. Y el dosier que a ti te falta los libra del trullo, Cachuli, tío.
¿Recuerdas a Bárcenas, el del comedor social? “Si el partido no me trata con respeto, pasaré al ataque”, y se va de vacaciones sin pedir permiso a los jueces. ¿Y a Ma Dalton-Pujol? “Si se siega una rama del árbol, caen las demás”. Y ahí sigue su higuera, dando brevas jugosas en medio del requemado terruñal ibérico. ¿Y al socio del Urdanga? ¿Y al pequeño Nicolás? ¿Y al Marjaliza? Aquí tiene dosieres hasta el gato, compadre, por eso ninguno va al talego.
A mí me inspiras mucha lástima, Cachuli, te lo digo de corazón. Habiendo trincado poco, estás pagando por todos. Los clanes políticos se ensañan, los mediáticos te linchan. Eres esa indefensa cría de antílope, sola y desorientada de la manada, en el Serengeti de la cloacocracia hispana. Ascendiste de camarero a alcalde marbellí y eso tampoco te lo perdonan los patricios españoles. En España un corrupto sin pedigrí y sin padrinos es simplemente ratero.
Si por mí fuera, te indultaría, como indultan a otros con más delitos, porque estás en las últimas, has aprendido algo y luces una clamorosa humildad: “Solo quiero estar con mis hijas y con mis nietas. Aspiro a intentar vivir”, decías en una entrevista. Lamento decirte que no te dejarán, picha, seguirás siendo el ejemplo vivo de que la justicia funciona, de que todos somos iguales ante la ley.
Jose Antonio Illanes
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